LA ULTIMA CONJETURA
Las conjeturas suelen surcar la línea de los pensamientos, así como las gaviotas lo hacen para el deleite de quien las contempla, delizándose sobre la orilla del mar a escasos metros de altura, al atardecer, escasos momentos previos al crepúsculo, para retornar a sus nidos. Ese hombre allí sentado, exactamente en ese sitio, era uno de los tantos que disfrutaba ese epectáculo casi innerrable, pues es imposible describir tantos detalles que rodean este fenómeno natural en absoluta libertad, casi en estado salvaje, como todo lo que se despliega así ante nuestros sentidos , para que podamos comprender el mensaje que esa vida en movimiento nos quiere develar. La "formación" parecía el convoy de un trencito volador del cual cada una de las centenares de aves se asemejaban a pequeños vagones del mismo. Lo hacían en distintos grupos que nadie sabrá jamás cómo llegan a ordenarse. Así retornaban a diario, siempre a la misma hora, hasta su reservorio de aves migratorias, en Punta Rasa, San Clemente del Tuyú, Provincia de Buenos Aires, donde el Río de la Plata abraza al Oceáno Atántico en un majestuoso encuentro. Nuestro observador, no veía las horas de embelezarse como lo hacía todos los años, casi en el crepúsculo, en esa misma playa, con el vuelo mágico de los distintos "trencitos". Y allí estaba cómodamente instalado, café en mano, cigarrillo, y sus deseos del éxtasis a flor de piel. Pero esa tarde, algo había ocurrido, las gaviotas faltaron a la cita. - Tal vez, se dijo extrañado e inocentemente, ya hayan pasado hoy -
Y fué entonces cuando sus conjeturas sobre esta lamentable ausencia, emprendieron un giro inesperado en su mente, para trasladarlo hacia otras latitudes de su propio mundo interior. Y luego de un largo tiempo se quedó impávido. Es que ya no tenía el mar inifinito frente a él, sino los reflejos que guardaba de otras épocas, esta vez con el vuelo de otros seres que revoloteaban siempre en su memoria, en el majestuoso escenario del teatro de la vida . ¿Pero qué pasó que tampoco podía divisar a su entrañable grupo de amigos de la adolescencia, con quienes en una playa no muy distante, solía rodearse a esa misma hora, fogón de por medio , cada verano, para cantar todo lo que estaba de moda, o lo que las miradas cómplices de algún primer gran amor allí presente les solía inspirar tanto a unos como a otras. De pronto, inesperadamente, volvió a aparecer el mar ante sus ojos, y sintió entonces la angustia de no poder divisar una sóla de las gaviotas, para tratar de encontrar en ella una respuesta a sus conjeturas, procurar un indicio ante tantas ausencias inespertadas en su vida. Y se incorporó bruscamente, como impulsado por una fuerza misteriosa. Es que al no ver a ninguna de esas entrañables criaturas del mar, su ausencia la asoció otra vez con seres que ya no aparecían ante su vista en ese instante , a los que también había observado volar muy cerca y tampoco estaban presentes. Sintió como si se hubiese quedado ciego. Se recriminó entonces, -Por qué te dejé partir de mi lado a tí, justamente a tí, divina, con esa mirada lánguida y exquisita como tus besos, si hasta fuiste capaz de dejarme un recuerdo imborrable de uno de nuestros encuentros, que aún me dejó marcado, aquél señalador con dibujos de violetas, adornado con esa frase, tan sutil como tú?, "Para que siempre me recuerdes como una flor" - Y otra vez, la desesperación y el vacío en la orilla del mar, a la que se iba acercando cada vez más, con sus brazos extendidos, como quien busca un abrazo . Si exitieran las proyecciones porporcionales entre entes de distintos ámbitos, él sentía que por cada una de esas aves ausentes, le faltaba en su alma poder mirar, palpar, gozar, la existencia de la misma cantidad de personas tan estrechamente ligadas a sus afectos más profundos. Y se desesperaba conjeturando, ¿ por qué no podía(volviendo a su delicado escenario sensorial) observar en ese instante a sus viejitos bailando un tango, acurrucados mejila a mejilla , para su deleite, aprehendiendo así, casi inconcientemente por su temprana edad de aquél entonces, qué significaba el amor sublime ?
Las graciosas y dulces gaviotas no habían salido a su encuentro, e inmerso a causa de esa desilusión en otras contemplaciones, más profundas, y desde ya no menos queribles, tampoco pudo deleitarse con el viaje temporal que su ser realizó alguna vez ante ese proscenio sin telones, abierto hacia una relatividad insuperable, categórica, inflexilbe. Sí, cuando lentamente fué retornando a su realidad del aquí y ahora, a ese instante transcurrido antes que se llegara a enfriar tan siquiera el café, o a apagarse el cigarrillo, se dió cuenta que eran tantas, pero tantas, las respuestas insondeables ante tales conjeturas.
Tal vez nunca sabrá que en verdad había sólo una respuesta ante esta gran conjetura final, pues el único que ya no se percataba del cambio de rumbo de las gaviotas al momento de partir, así como de la ausencia ante el inflexible transcurrir del tiempo de las personas tan queridas atesorados en su memoria, era él. Es que la vida ya le había pasado por encima como una constelación de estrellas fugaces, y lamentablemente, no se había dado cuenta.
FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES , RIOS Y SUEÑOS.... (para todos mis queridos amigos que me acompañan en estas vacaciones)