Esta reedición de un ensayo de poesía libre, estuvo dedicada a todos mis queridos amigos que con tanto talento incursioanan en este género, con el afán de alguna vez aproximarme a tamaña capcidad. Y en especial a una persona que con toda humildad me alentó para que lo intentara, como ella realiza
sus magistrales obras, según me dijo, plena de modestia, dejándose llevar por la inspiración, sin otra técnica literaria.
POR UN ERROR IMPERDONABLE, AL HACER UNA PRUEBA DE LA PROXIMA EDICION, EN UN BLOG OCULTO PARA TALES FINES QUE TENGO DENTRO DE ESTE MISMO, LO HE BORRADO, POR ESO LES PIDO QUE NO ES PRECISO QUE DEJEN NINGUN OTRO COMENTARIO, NO LOS HE PERDIDO, PUES A TODOS Y CADA UNO DE ELLOS LOS LLEVO EN MI CORAZON.
LES PIDO DE RODILLAS MIL PERDONES, Y NUEVAMENTE EN HONOR A QUIENES ME ESTIMULAN CON SUS OBRAS PARA AVANZAR EN LA FAENA, LO EDITO NUEVAMENTE.
Se derrama tu voz, como agua cristalina pergeñada en tus labios para invadir mis sentidos.
Todos.
Así como percibo la polifonía de tus tonos, siento la frescura de tus palabras transparentes, puedo disfrutar el aroma de tu dulce aliento, surgiendo luego el sabor de tus besos, trasladados por gnomos que me acarician.
La humedad de la onda sonora que llevan hasta tus silencios cuando me hablas, me incita a inundar mis raíces en tus lugares más cálidos, donde emerge la tibieza de tu gruta sagrada de las mil y una noches.
Nunca ceses de permitir que te oiga, aún durante mis prolongados sueños, ya que sin esa energía que me transmites como un cántaro viviente y rebosante, mi universo quedaría inmerso en viejos engranajes que ni siquiera encajarían entre sí.
Es que de no te proseguir escuchándote, mi devenir se paralizaría por el silencio vacuo de los murmullos cotidianos, o las vociferantes e irritantes órdenes de los magnánimos déspotas de turno, cuando dan la orden de matar a mis congéneres.
Qué diáfanas son las melodías que me transmites con tus expresiones, cada matiz de ellas me invita al éxtasis, cuando siento mi sangre como savia viva y ardiente que corre en mi interior con deseos de inundarte íntegra e instintivamente, como un acto reflejo.
Es lo que siento por ti durante siglos ya, y lo que durante siglos tú me vienes transmitiendo con tu aterciopelada voz, a la cual convoca tu inmanente imagen.
La misma que aún recuerdo como una joven, colorida y pequeña roca, que con el tiempo ha ido madurando, como si el granito fuese vegetal, pero adoptando forma de mujer, que por casual capricho de un artista, te ha cincelado permitiendo que el viento pueda trasvasarte en varios rincones de ese esbelto cuerpo, lentamente, para permitir así que yo pueda escucharte, fascinado por toda la eternidad.
Tal vez nada más que para eso te han esculpido justamente allí, frente a mí, ya un viejo pero aún frondoso árbol, que no ha tenido mejor idea luego de oír tu voz por primera vez, que enamorarse de la Diosa del bosque de Bomarzo.
FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS.....