LA LEYENDA DEL CONCIERTO DE CAMPANAS
En el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra, no muy lejos del río Avon, se encuentra Stonehenge (Stone = piedra; Henge = monumento con borde circular), el monumento megalítico más extraordinario y enigmático del mundo. Desde la antigüedad, Stonehenge ha despertado la atención y la admiración de los visitantes por su extraña y sorprendente arquitectura. No hay actualmente nada en el mundo que de manera alguna pueda compararse con este misterioso santuario, construido no con argamasa y piedra, sino simplemente con grandes bloques rectangulares de piedras.
Viajé hacia destinos inimaginables en procura de la libertad,
y hallé esa llanura donde tu esencia dejó una huella indeleble,
intuí que desde épocas inmemoriales, tú lo puedes todo,
y percibí tu fragancia ancestral, flotando entre esas piedras.
Me preguntaba cómo ensamblar dos almas separadas por siglos,
cuando te vi flotando en la brisa, excediendo los límites del tiempo,
y obnubilado por tu danza a mi alrededor, como una iniciación ritual,
en medio de las brumas, lograstes que vea un mundo nuevo renacer.
El silencio allí imperante dio paso a los pipes y las cuerdas,
y una sinfonía penetrante como cascada sobre un manantial
invadió mis poros, mientras tus guerreros marchaban dichosos,
y tú, la propia Reina, erigida flama entre todas las antorchas.
Nuestras voces se emiten como campanas distantes, con ecos,
mas igual nos entendemos con ensordecedoras expresiones;
nunca pensé que tu mirada transparente refractaría tu aura,
y soñé, inocente, que en realidad estamos juntos desde siempre.
Yo nunca creía en los milagros, pero cuando busqué aires nuevos
necesitaba por primera vez, sumergirme en plenitud en alguno,
y ahora estoy atrapado en un burbuja de cristal, y tú me observas,
por momentos me pregunto, podré resistir viviendo esta locura?
Estoy vibrando de emoción al verte tan hermosa, pero las voces,
toda una eternidad hablándonos así, no lo imagino fácil en las noches, pero eres tan carismática, que cuando te acercas me estremeces,
y lentamente mi vida anterior va desapareciendo de mi memoria.
Reina, diosa omnipotente del pasado que me arrastras hacia tu futuro,
sólo te pido mucho amor, mucha comprensión, yo no busco riquezas,
aquí la única joya eres tú, por eso me erijo en guerrero, para cuidarte,
cubriré con piedras mis oídos para no aturdirme, pero me entrego a ti.
Y así fue como ese hombrecito desarraigado y despreciado en su medio ambiente habitual, pudo ser libre al fin; nadie descubrió su secreto, desde luego, y hasta las piedras que había puesto en sus oídos, hubo un día que no las precisó más.
Cada vez que intemporalmente, se entrelaza en forma pasional con su Reina, sus sonidos contagian milagrosamente, y en todas las ciudades circundantes al condado, pareciera que es día de fiesta, pues los campanarios enloquecen en un concierto de bronces.
FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .