Sobre aquello imperceptible que descubra, me movilice y emocione, dejare testimonios en este libro de a bordo; lo elaboré con la transparencia del cristal, para que pueda ser compartido, y procurar asi el nacimiento del ansiado dialogo....

viernes, septiembre 22, 2006

LA ERA DEL ANTIPRINCIPITO

Estaba muy concurrido ese mediodía de sábado, el llamado “patio de comidas” de uno de los shopping center más tradicionales de Buenos Aires, para los que conocen la ciudad, ubicado en el barrio de Palermo.
Aguardando que me llamaran por el número de mi ticket para retirar mi pedido, apoyado en una de las amplias columnas del lugar, me detuve a observar mientras fumaba, a un personaje que me conquistó automáticamente, por que esparcía una gran ternura.
Nunca olvidaré ese descubrimiento, que no era precisamente alguna de las llamativas señoritas y / o señoras concurrentes.
Se trataba de una mujer de unos 60 y tantos años, de piel morena, cabellos negros entrecanos, algo desarreglados.
Su ropa, modesta y desgastada, lucida con dignidad; no era una una andrajosa, sino tan sólo una persona humilde.
Como es típico en quienes andan por las calles o lugares concurridos en busca de reservas para el resto del día, llevaba en el brazo, como una cartera de lujo, unas amplias bolsas, como si hubiera salido de los negocios más destacados del lugar, con una prenda fashion recién comprada, o una cámara digital.
Pero no, ella acumulaba comida y otros enseres que recogía del lugar.
Comencé a observar su rutina, que me pareció típica de alguien que vive bajo esas circunstancias.
Entonces me di cuenta que no eran hábitos, era una conducta sumamente inteligente, enternecedora, que llevaba a cabo mientras hablaba sola.
Se mimetizaba con las chicas que se llevan los restos que quedan en las mesas desocupadas, y arreglaba el orden de las mismas con sumo esmero; la limpieza la hacía con servilletas, pero en vez de llevar para el pote de basura los residuos, hacía una selección, donde no faltaba el vaso de gaseosa juntada de varios, y organizaba casi inocentemente, donde encontraba un lugar despejado, un acomodamiento como uno más de los clientes del sector.
De pronto se sentó, con una luz de placer que iluminó su rostro, ante el nuevo botín obtenido.
Dos veces dijeron desde el mostrador : ¡ 545 ! , me llamaban a mí.
Me senté a cierta distancia de esa mujer, pues no podía dejar de observarla, decididamente robaba mi admiración por la forma de sobrellevar ese instinto de supervivencia.
De pronto, noté que hubo un alboroto a su alrededor, pues una de las camareras le advirtió que no podía permanece allí.
Se levantó entonces con un ímpetu inusitado, con gestos de disgusto, derramando bebida mientras se trasladaba ella con todos sus “bienes”, y diciendo cosas ininteligibles, vociferando con gestos ampulosos, se fue a instalar a otra mesa.
Por suerte aún estaba con posibilidades de observarla bien, y ya no pude continuar con mi comida, ante la imagen que surgió ante mis ojos.
Y es que pasé a sentirme un espectador privilegiado, desde la butaca de un teatro (en realidad estaba en el Teatro de la Vida) observando una escena de alguna obra costumbrista.
Pero lo que más me conmovió, lo que produjo que el resto de la nutrida concurrencia desapareciera de mi foco visual, fue el sentirme como un invitado más, en la reunión familiar que esa mujer estaba llevando a cabo súbitamente, desde donde se había instalado, y era a ella a la única persona que veía en el centro del escenario bajo la luz cenital.
Y nació la verdadera magia de ese encuentro, mis ojos y el resto de mis sentidos no podían acreditar lo que estaban presenciando.
Ella se sentía como rodeada de gente en su mesa, y les hablaba con aires de importancia, pero cariñosamente, parecía que eran varios los comensales.
Se reía, y decía frases que no podía escuchar, lamentablemente, pasando de la risa al gesto adusto, ora a la mirada cariñosa a quien estaba observando y a quien luego se dirigiría para decirle algo.
Es que estaba viviendo todo de verdad, a través de SU realidad.
Y me preguntaba: sería una navidad; tal vez un cumpleaños lo que estaba festejando con su familia, o a lo mejor se trataba de la inauguración de la casa nueva que algún día tuvo antes que la desalojaran ?.
No cesaba de hablar y gesticular, era indudablemente un gran día para ella, a juzgar por la felicidad que iluminaba su rostro.
Y también sentí yo una gran felicidad, pues no era para mí la imagen de la pobre loca suelta, como el resto de la gente la observaba durante el escándalo previo.
Era la de un ser humano muy cálido, a quien su ayer le quedó suspendido en algún rincón entrañable de su memoria.
Este tiempo real, tan sólo consistía en una rutina para sobrevivir, un acto reflejo evitando que nadie la lastimara, un dejo de tristeza subconciente ante cada ofensa que recibía, que acumulaba, como si ella no fuera un ser humano más.
¿ Dónde estarán con sus jóvenes y costosas secretarias, los funcionarios, o los legisladores, sea cual fuere el país, que estaban obligados a preocuparse para que desaparezcan estas miserias que les toca vivir a tantas personas aquí y en miles de lugares en el mundo?
Tampoco pude observar la mirada piadosa, de quienes la rodeaban físicamente allí, la "gente" de verdad.
Entonces me percaté, espantado, que ya hemos comenzado a vivir la era del ANTIPRINCIPITO, pues ahora sí, más que nunca, ante estas lamentables circunstancias, lo esencial NO debería ser invisible a los ojos; de nadie.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .

sábado, septiembre 16, 2006

EL INTERROGANTE

EL TEMA MUSICAL QUE ESPERO ESTEN ESCUCHANDO, ES UNA VERSION DE LA MISTICA Y HERMOSA DECADA DEL 60, DEDICADO ESPECIALMENTE A MI GRAN AMIGO
EL HIPPIE VIEJO


Voy deslizándome sobre la cornisa de nuestros precipicios, percibiendo la dimensión del vacío subyacente, que el implacable paso del tiempo se ocupó de demarcarnos.
No hay leyes ni ciencias que puedan alterar ese destino irreversible, y hacia allí voy, en ese incuestionable devenir, potenciando mi introspección constantemente.
Es entonces cuando suelo percibir la frustración de cada paso equivocado, que me ha impedido volar lo suficientemente alto como lo deseaba, para que pudieras sentirme en el elevado espacio que tú abarcas desde siempre; pero no obstante continúo, infatigable, como mi revancha más añorada, procurando superar el destino fatídico de Icaro.

En derredor, se oyen voces disonantes; músicas y sonidos entremezclados; gritos incomprensibles; se observan luces que se encienden y se apagan, amalgamadas entre sí asimétricamente, como si todos los faros de la tierra entablaran un silencioso y escindido diálogo lumínico, emitiendo a voluntad sus señales, cuando necesitan expresarse.
En realidad es simplemente el reflejo de la vida, que transcurre bulliciosamente, y que por momentos comienza ya a presentársenos como una película acelerada, en la que invariablemente, suelo perderme alguna de sus mejores escenas.

En el lado opuesto, la profundidad de tus abismos, el valle abismal de tu indiferencia, donde han descendido para ocultarse, los tiempos de gloria; los máximos instantes de gozo que hemos alcanzado tantas veces; las viejas fotos que alguna vez reflejaron un hoy, pero que ahora son tan sólo partículas de humo del ayer.
Pero para mí, no obstante, siguen vivas, por que recuerdo perfectamente el espíritu suspendido que vibra en cada una de las imágenes, y además llevo aún el resto de mis nostalgias como compañeras de ruta, por ser uno de los pocos valores sublimes remanentes que me exaltan, y necesito rendirles pleitesía.
Desoigo entonces a quienes pretenden apartarme de ellas , argumentando que no se alcanza ninguna meta con los recuerdos, que han sido entes ya superados por la realidad, en el aquí y ahora.
Sin embargo, dónde podría buscar mejor refugio, a no ser en el revivir de instantes que me colmaron de felicidad, como el de los anocheceres en el borde de aquéllas rocas, en Mar del Plata, cuando iba solo, a conversar con el mar, tratando de hallar respuestas de alguien que estuviera a mi lado y me entendiera, pero que nunca llegaba.
Por eso lo elegí, era el único interlocutor que hallé en aquéllos momentos, me escuchaba y me respondía, bramando con sonidos estremecedores e inconmensurables, y subyugándome además a través del torbellino de sus aguas, que alcanzaban un tono plateado, como pintadas por un eximio artista que utilizaba la luna como paleta, y un delfín como pincel.

Es entonces cuando con profunda pesadumbre, me pierdo ante la existencia de una paradojal contradicción, el interrogante más impredecible y descarnado que me obsesiona.
Por que me pregunto, si me resulta tan natural y placentero poder retrotraer mis pensamientos y gratos recuerdos, ingresando a cada uno de los sitios donde una puerta alguna vez se abrió generosamente ante mis ojos.
Si conservo tantos instantes grabados a fuego y con lujo de detalles en mi memoria sensorial, ¿por que será, que a pesar de esa capacidad y todos mis esfuerzos, no logro recordar …….¿cuándo fue la última vez que me dijiste - “Te Quiero”?

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .

sábado, septiembre 09, 2006

Y AL FIN VIAJE, HACIA LA CUNA DEL FLAMENCO (ULTIMA ETAPA)

EPILOGO

Había muchos colmaos para elegir, y opté finalmente por uno de los más tradicionales del Sacromonte, La Cueva de María , la Canastera, con descendientes de su fundadora que aún hoy son grandes artistas.
Ingresar a ese verdadero templo del arte flamenco, es estremecedor, parece que uno se transportase a otra dimensión, dentro de un mundo envolvente, de encantos inigualables.
Me atendió una “niña” del lugar, que me iba a ubicar en un buen sitio, como le solicité mientras caminaba delante mío, pero se detuvo, giró súbitamente, y me observó. Descubrí entonces, fascinado, que la noche se había incrustado en sus ojos moros para no marcharse, fue sentir como un rayo que me trasvasaba el alma, y luego la dulzura emergente, cuando con su típico acento andaluz, me consultó con curiosidad, si provenía de Argentina.
Al responderle, su sonrisa fue un gesto diplomático y sutilmente sensual a la vez, digno de justificar el pedir asilo político en ese sitio.
Tanto los artistas, como el público, quien cada vez se incrementaba más, iríamos a sentarnos en una especie de gran rectángulo, donde el centro oficiaba de tablao, y me sentí entonces com
o parte integrante de los cantaores y bailaores.
La decoración era casi indescriptible, fotos históricas incluyendo las de cientos de famosos que pasaron por allí, elementos de cobre martillado, y cerámica, muestras de la rica artesanía granadina, y obras de arte tradicionales en el techo y las paredes.
El fatal embrujo del ambiente ya nos venía contagiando a todos, antes aún de las primeras palmas y los taconeos, que como instrumentos mágicos, comenzaron a hacerse sentir, junto con las guitarras, y el ritmo empezó a meterse por los poros y a recorrer el flujo sanguíneo, y a invadir todos los sentidos, absolutamente todos.
Al fin mi sueño, se estaba convirtiendo en realidad, un escalofrío de emoción recorrió mi cuerpo, cuando la primera bailaora se plantó en el medio del salón, con un porte de maja celestial, y la arenosa voz de un maduro gitano, comenzó a marcarle los compases de su baile con el legendario cante, interpretado como los dioses. Es que como en un enorme crisol, profusos y entremezclados ingredientes orientales: hindúes, griegos, bizantinos, persas, árabes, hebreos durante siglos, fueron fundiéndose a lo largo de la historia en el solar andaluz. Luego los gitanos, con posible colaboración de los moriscos, serían los refundidores de toda esa música oriental andaluza.

Los movimientos envolventes de las manos de esa hermosa mujer, armónicamente acompañados con sus brazos y sus caderas, eran ya parte de un gran deleite que seguiría después con los giros increíbles sobre el eje de su propio cuerpo; la turbulencia de sus cabellos y la grácil forma de tomar su falda para levantarla con sensualidad, ora como una brisa , ora como una tormenta, tradicional y provocativamente.
Luego el turno de una cantaora y una pareja de bailaores, quienes incrementaron la temperatura dispersa al ritmo de esos cantes y bailes, y siempre las palmas y el taconeo, que parecían una increíble percusión armónica y acompasada de extraños instrumentos emergentes desde todos los rincones, y los Oleee, como grito de aliento
al artista.

Estaba en lo mejor de la noche, cuando algo muy extraño sucedió; yo pensé que era producto de ese clima apasionante, o tal vez del exquisito vino jerezano, que finalmente me acercó la “niña” de los ojos moros, demasiado pegaíta a mí, inocentemente.
Pero no, pocos lugares más hacia mi derecha, pero en el sector de sillas de enfrente, descubrí un rostro conocido, cautivante, enardecido por todo lo que estábamos viviendo, lo que le daba un encanto especial, como nunca lo había
imaginado.
Cómo iría yo a pensar siquiera, que esa joven abogada granadina, con la que cultivamos varios años atrás una hermosa amistad por Internet, que comenzó con un casual encuentro profesional, y que tanto me hablaba de su tierra, y que me contaba que en ese barrio solía bailarse “hasta que se suelten los moños” cuando la noche lo exigía, estuviera presente en esa misma velada, para aumentar mi estado de nirvana al que estaba arribando, ahora encandilado por su belleza.
Sus hermosos ojos verdes brillaban, mientras sus palmas acompañaban ese ensueño que nos tenía transportados a todos a esa altura ya de la velada.
Como buen caballero, al verla acompañada por quien me pareció era aún su pareja de aquél entonces, ni me animé a sonreírle cuando se quedó como paralizada al descubrir que mi mirada la inundaba con nostalgias de tantos diálogos hermosos que habíamos mantenido.
Se levantó súbitamente, y mi corazón se aceleró al ritmo de los artistas que estaban ahora deleitándonos, incluso ya parte del público cantaban y bailaban embelezados en el tablao.
En segundos recordé lo que sentí, cuando tuve la mala idea de pedir que me envíe su foto, y entonces ahora comprendí por qué Melytta me había adelantado mucho tiempo después, que Granda es una “ciudad bruja”.
Me acerqué hacia ella ya casi embriagado por todo lo que estaba viviendo , más que por el vino, pensando que vendría a mi encuentro, soñando con llevarme de recuerdo un beso en su mejilla y su aroma, nada más.
Pero inesperadamente, como era su costumbre que produjo nuestro distanciamiento, con ese “genio” (carácter fuerte) que la caracterizaba, salió de la cueva pálida como si hubiese visto a un fantasma, pasando a mi lado como una ilusión de seda que se desvanece sin poder gozar de su tacto.
La noche se fue apagando lentamente, la “niña” no entendió por qué desprecié su predisposición al diálogo, y salí de allí sumido en la tristeza.
Luego de un tiempo de haber regresado, invadido aún de recuerdos hermosos, me acordé de una estrofa de una sevillana que ella misma me enseñó, y es el día de hoy, que me pregunto por qué no se la grité en su rostro de ninfa cuando pasó a mi lado:

“Que no te vayas todavía,
que no, no te vayas por favor
no te vayas todavía,
que hasta la guitarra mía
llora cuando dices adios”

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME ACOMPAÑARON EN ESTE MÁGICO VIAJE IMAGINARIO, Y A LOS QUE ME HAN HECHO LLEGAR SUS VOCES DE ALIENTO PARA QUE ALGUN DIA PUEDA HACERLO REALIDAD, DELEITANDOME A SU VEZ CON SUS EXPERIENCIAS VIVIDAS EN LOS BENDITOS SITIOS RELATADOS.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .

domingo, septiembre 03, 2006

Y AL FIN VIAJE, HACIA LA CUNA DEL FLAMENCO

PRIMERA PARTE

Desde hace muchos años, el cante jondo y el baile flamenco, han sido unas de las artes que más me conmueven.
El cante, pura expresividad, emoción y lamento del pueblo andaluz, llevado a voces inolvidables como las de Lola Flores (La Faraona), el Camarón de la Isla, Estrella Morente, para nombrar algunos entre cientos de grandes figuras, es un río que corre por mis venas, como si en mi vida anterior hubiese sido gitano.
Y ese cúmulo de pasiones, lo siento perfecta y maravillosamente hermanado con el espíritu de nuestro tango, respetando sus estilos, desde luego.
Por eso el mes pasado, alisté mi modesto barco “Don Qixote de la Mar”, como lo ha bautizado TIFY, mi querida madrina náutica de Colombia, y zarpé desde Olivos, un puerto cercano a Buenos Aires, con un objetivo claro y ansiado, llegar hasta las mismas fuentes de esas artes, y regodearme dejándome llevar por su encanto, yo diría mágico.
Qué otro destino podría elegir entonces que no sea Granada, “la ciudad bruja” al decir de mi querida amiga MELYTTA, quien me intrigó
con esa acepción de su tierra.

Luego de varios días de la partida, y habiéndome aprovisionado en Recife, en el norte de Brasil, cambié abruptamente el rumbo con un decidido golpe de timón, y puse proa al Noreste, con destino al puerto de Málaga, para seguir luego viaje por tierra en suelo andaluz .
Por suerte, mi pequeña embarcación tuvo vientos favorables, como si el embrujo hubiese ya comenzado al orientar mi proa hacia esas tierras.
Les aseguro que no hay nada más hermoso en el mundo, que dejarse deslizar sobre la majestuosidad del océano, amaneceres y ocasos de por medio, tan sólo con la energía del viento sobre las velas, la brisa húmeda y salada en el rostro, y nostalgias en el corazón.
Procuraba no pensar en nadie (claro, no lo logré) pues el viaje me emocionaría mucho más aún, pero el recuerdo de tantos amigos comenzó a acosarme, sobre todo por las noches, cuando mis CD y casettes de cante y de tango, se escuchaban a bordo desde mi pequeño radiograbador, o en los escasos momentos que podía transitar con mi Notebook, por muchos blogs tan queridos.

Después de 20 días de navegación, finalmente pude arriar velas y encender el motorcito para las maniobras de amarre, y como si fuese un sueño, estremecido, arrojé anclas en Andalucía, sí, estaba en ese puerto del Mediterráneo, en la Costa del Sol, no lo podía creer, pero había llegado allí.
Descansé y estuve horas bajo la ducha del pintoresco hotel donde me alojé, con balcón terraza, y una vista espectacular.
Luego de recorrer la hermosa ciudad de Málaga, escuchando de las gentes el típico acento andaluz, consulté cómo llegar hasta Granada, y me hablaron de las 7 rutas de Al - Andalus, que atraviesan lugares de ensueño, como si la morería aún estuviera allí viva desde sus tiempos de máximo esplendor.
Basadas en recursos culturales y paisajísticos de la civilización hispano-musulmana, se puede conocer así el patrimonio monumental, la historia, las tradiciones, gastronomía, artesanía y fiestas de los 200 municipios que componen las diferentes rutas.
Opté por dirigirme rumbo a la “ciudad bruja” por la ruta llamada de Ibn al - Battuta, llamada así en honor a uno de los ilustres viajeros de la época Medieval. .
Y al fin, como quien abre las puertas del paraíso, se presentó ante mí como una hembra imponente, la ciudad de Granada, con su Sierra Nevada y la Alhambra, protegiéndola, para que nadie osara moverla de allí. Y al atardecer, luego de paseos inolvidables, había llegado el turno de mi gran objetivo, con
ocer el barrio donde vive el flamenco en el aire y en sus cuevas, pues sea donde sea que uno esté, dicen que es imposible no inundarse con su encanto. Hablo del Barrio del Sacromonte, cuna de gitanos virtuosos en esas artes, situado a las orillas del Río Darro, frente nada menos a la majestuosa Alhambra.
Mi impaciencia iba llegando a su límite por estar ya en medio de un auténtico colmao, para embriagarme con el embrujo del flamenco, y si se presentaba la oportunidad, con algún añejo vinito de Jerez de la Frontera, desde luego.
A medida que el barrio iba oscureciendo lentamente, el palacio, desde el otro lado del río, se iba iluminando de la misma forma, como si aún Boadbil (el último Rey moro que lo habitó) se pasease por sus fastuosos jardines y galerías.

Si quieren saber, cómo es un colmao de las Cuevas del Sacromonte, y qué se vive desde el instante mismo en que uno ingresa a alguno de eso
s templos del cante y el baile, tengan la amabilidad de acompañarme en el próximo post, pues lo que van a gozar con ese relato, por su extensión, es imposible describir en el presente.

GRACIAS BOHEMIA, POR LOS DATOS QUE ME HAS BRINDADO DE LA AGENCIA DE VIAJES DE MALAGA QUE ME PERMITIO CUMPLIR CON MI SUEÑO, Y SABES, SENTI QUE AUN TU PERFUME FLOTA EN TODO LOS RINCONE DE GRANADA, OLE.
Y LAS GRACIAS A MELYTTA QUIEN HA DEJADO SU FRAGANCIA EN EL SACROMONTE, LUEGO DE INFORMARME SOBRE SU EXISTENCIA.

Desde Granada, que me tiene embrujao de verdá, joer, los saluda
FERNANDO, ER NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .
ME PARECE QUE MUCHOS AMIGOS NO HAN LEIDO MI COMENTARIO EN LA VENTANA DE LOS MISMOS; ES EL SEGUNDO, LUEGO DEL QUE ME DEJARA NOA, Y SE REFIERE A QUE ESTE VIAJE ES TAN SOLO IMAGINARIO, PERO ALLI DOY MAS DETALLES, POR FAVOR LEANLO PARA NO TOMARME POR UN MENTIROSO, QUE NO HA SIDO MI INTENCION...