Ya no sé si será el río que te apartó de mi lado, con su ondulante recorrido,
tal vez los montes nevados me impiden acercarme, aún a vuelo rasante;
se habrá interpuesto un mar muerto donde no flotan las ilusiones, pero,
lo único que sí sé, es que hoy estás tan lejos, amor, y no te logro divisar.

He construido una altar con mis manos en tus pechos, para poder endiosarte,
llegué hasta tu tibia cúpula para dejar una oración mística, pagana, pero sublime,
dejé sonar las campanas cuando estremeciste mi espalda marcándole huellas,
pero hoy el atrio no refleja tu imagen sacrosanta, luego de hacernos el amor.

¿Dónde esparces la simetría de tus encantos, saturando el aire con tu aliento,
dónde entibias la escarcha con tu frente, pensando, vaya a saber en quién;
dónde embebes tus labios para que brillen siempre, tentadores, en qué cáliz,
dónde desees que me arrastre cual lagarto, con tal de anidarme a tus pies ?.

Eres un ser que nunca debió arribar para no quedarse, mas hoy no estás,
algún extraño designio te separó de mi lado, con el estigma de la sinrazón,
los Orixá no me dicen cuál fue tu destino de arribo, los Chamanes no te ven,
desearía ser Neptuno, coronarte de caracolas, pero me ahogo en mi elemento.

Aire, mar, fuego, tierra, nieve, únanse por mi dolor, no permitan que se evanezca,
me transformo en Asterión, perdido entre laberintos, los siglos no me amilanan;
sería Moby Dick bajo los siete mares para volver a encontrarte mi sirena varada,
y si pudiera un cóndor, y llegaría al pico más alto, para mirarte otra vez a los ojos,
ahora sí ya sé lo que ansío, perderme una vez más en ellos, y luego dentro de ti.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .
Estamos escuchando: "Costumes" por María Betanha