CONCIERTO ARDIENTE (en Sol Mayor)

Qué puedo decir, en el obituario del silencio complaciente,
mi contemplación se torna diferente cuando te exhibes para mí,
luego prefiero en silencio, abrazar la guitarra en tu cintura,
para que te deleiten mis arpegios, y tus cuerdas vibren, así !.

La síncopa de tu caja acústica, el tono de cada armonía,
me inspiran a crear escalas, para que te quedes aquí,
entrégame todo el caudal de tu instrumento sublime,
añoro conciertos exultantes, aflorando tu virtuosismo sin fin.

La orquesta esmera su arte, en tu partitura más profunda,
tu cello suplica caricias, con el arco del tenue deslizar,
y tú, ninfa de tantas octavas, transformas bronces y timbales,
y se ovacionan las almas, con nuestro mutuo arribar.

No deseo agradecer aplausos, ansío homenajear a tu orquesta,
yo tan sólo he dirigido compases que cada beso me brindó,
recorrí así toda todas tus notas, con bemoles y sostenidos,
y recién en tu ardiente pentagrama, este músico, se extasió.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES , RIOS Y SUEÑOS . . .