PUEDEN PASAR, YA COMIENZA LA FUNCION

El profesor García Chávez, era un hombre de alrededor de 70 años.

Vivía hacía un largo tiempo en una ciudad a unos 50 km. de Buenos Aires, apartado del mundo al cual perteneció.
Su pasado de profesor titular de Latín y Literatura en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires, formaba parte de entrañables recuerdos algo confusos a veces, que sólo mitigaba armando crucigramas, o renegando con su rebelde y maleducada hija Laura, de 17 años, que le hacía la vida imposible, llegando a odiarlo incluso.
Nunca le perdonó que la cátedra fuera más importante para él que su madre ya desaparecida (mucho más joven que él) y vivía regocijándose con la hipótesis que lo engañara en aquél entonces.
En medio de esa vida recoleta de pobre jubilado, recibe una sorpresiva visita de uno de sus ex - alumnos , de hacía ya 20 años: Horacio Caletti.
Esa humilde vivienda; su persona; el atrevido y sensual interés de su hija por este hombre, bastante mayor que ella para tratar de usurparle algo a su padre, hizo que en ese día todo fuera distinto en esa casa, que se iluminó de gratos recuerdos, y otros no tanto.
García Chaves había sido un catedrático muy exigente, y ese rencor subyacente en el recién llegado, termina haciendo eclosión, cuando el profesor, enloqueciera al sorprenderlo besándose con su hija, y pretende (luego de castigarla con un látigo) “apropiarse” de él, como un tesoro personal , ascendiéndolo a la categoría de hijo suyo.
Luego de un conmovedor instante, que transcurre bajo una tenue luz cenital, en que ambos se transportan como hipnotizados a aquélla vieja relación, hablándose como si hubieran hecho un viaje hacia el pasado, Horacio reacciona, lo fuerza a que lo deje salir del encierro, y García Chaves, desarticulado de su prestancia de gentleman a la antigua algo decadente, tal como era su realidad actual, a pesar de todo, con el orgullo potenciado por lo transcurrido, levanta una copa con vino del almuerzo, y bebe reconociendo no obstante, que ya no queda nada por qué brindar.
Vuelve a encender su tocadiscos, escuchando el "Claro de Luna" de Beethoven, y dirigiendo, como al comienzo de la obra, una imaginaria orquesta, vuelve a su crucigrama, todo ello tal como se lo aprecia durante la apertura inicial del telón.
La luz va disminuyendo hasta el APAGON final.
Saludan los actores, y los aplausos los embargan de más emoción aún, a la remanente de la función que acaba de concluir

Adivinen ahora, quién compuso al personaje tan mimetizado dentro suyo durante más de dos años: sí, acertaron, el Navegante.
Por distintos motivos, el sueño de los mejores momentos de mi vida, en cuanto al arte se refiere, se terminó hace ya unos 10 años.
No hubo un segundo “GRUPO ENSAYOS”, tampoco penas ni alegrías detrás de la máscara de cada personaje, osadamente sin miedo al ridículo, jamás.
Esto, mis amigos, era Teatro Vocacional Independiente, a la gorra.
Pero había otra recompensa muy superior a lo recogido en la misma al finalizar cada función.
Consistía en el aplauso del público; el abrazo cordial; la palabra de aliento; la crítica que siempre fue bien recibida por todos y cada uno de los integrantes del grupo, incluyendo nuestros dos sucesivos directores, y sobre todo las alegres mesas con pizza y cerveza, junto a mis inolvidables y queridos compañeros del elenco, familiares y amigos, recordando siempre las anécdotas de cada función.

Mi intención, además que conocieran todos ustedes una reseña de esta magnífica obra de teatro de Carlos Somigliana, ( “ EL EX – ALUMNO” ) prestigioso y recordado autor argentino, fue que supieran el por qué de mi necesidad de comunicarme, aludida en la presentación del blog.
Es que sentí que me quedé con las manos vacías, en cuanto a ese sueño frustrado de algo tan importante que me tocó experimentar en la vida.
Deambulé por algunos grupos de teatro vocacional, pero todo fue en vano .
Corolario: al descubrir éste, nuestro mundito de la blogósfera, me puse muy feliz, por que al fin pude hallar un medio donde podría expresarme.
Cada post, representa para mí una nueva función, aguardar que se abra el telón. tener las luces y la música a punto, y recibir finalmente al público en la sala del barco, aguardando su reacción, sus comentarios, ansiando lograr el feedback (esa energía que va desde el escenario hacia la platea, procurando su esperado y mágico retorno) y recibiendo más afecto aún que en aquél entonces.
Siento que gané tan excelentes amigos, personas de primer nivel humano, que me enorgullezco de estar en estas aguas, produciendo, cada vez que me visitan, que tenga que reiterar interiomente una frase plagada de ilusiones: "arriba el telón !!", algo que ahuyenta mis soledades y frustraciones.
Inclino mi cabeza, y parte de mi cuerpo, y les digo GRACIAS.... por vuestra compañía ! ! !

DESEO DEJAR TESTIMONIO DE MI ETERNO AGRADECIMIENTO, PARA

ROBERTO "TITO" COSSA, UNO DE LOS MAS GRANDES DRAMATURGOS

ARGENTINOS, POR SU GESTO DE GRANDEZA Y HUMILDAD, AL HABER

COMPARTIDO UN CAFE CON EL GRUPO, Y AUTORIZARNOS PARA PODER

REPRESENTAR ESTA OBRA , DE QUIEN FUERA SU MEJOR AMIGO.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES , RIOS Y SUEÑOS...
Están escuchando “Vesti la Giubba” , de la ópera "I Pagliacci".

Autor: Leoncavallo - Intérprete: Luciano Pavarotti.