LA BUSQUEDA DE UN RAYO DE SOL

El tiempo de la luz nos hace renacer,
cuando de la oscuridad deviene la nada;
yo estuve perdido en su magma,
como tantos, sin la mínima esperanza.
Creía que jamás volvería a encandilarme
con una visión de fulgurantes colores
como la emergente de la magia sinfónica y tibia,
subyacente en un perpetuo rayo de sol.
Las manos las siento aún ajadas,
por los esfuerzos de reptar
y emerger cual Ave Fénix,
mi rostro alberga los resabios de luchas
contra enemigos impiadosos, sin códigos,
y también las oquedades del paso del tiempo,
todo ello conjugándose determinantes.
No obstante, subsisten aún huellas
trazadas con mansedumbre,
en un otrora que añoro,
y es que a pesar de todo,
recuerdo a través de ellas,
que alguna vez, creo, fui feliz,
Poso mis manos en esas simientes
con insólita exasperación,
me sorprenden y conmueven,
y en una errática ilusión de guerrero de la vida,
ansío ser acariciado en algún ayer.
¿O no es comparable el éxtasis de las secuelas
de un instante remanente de felicidad
con el serpentear de exultantes caricias,
como ofrendas sagradas propias de LA mujer?
quien suele añorarse en el escenario yermo de una vida
que va transitando a oscuras,
pretendiendo iluminarse vanamente con quimeras.
No existe otro motivo por el cual, obstinado,
sigo los senderos de la ansiada luminiscencia;
se que el día que la halle en su fuente ancestral,
sentiré que se hermanarán para siempre
en mi ilusión del que espera, las huellas borrosas
de un momento de sonrisas perdidas,
con ese ser que podría extasiarme, acariciarme,
romper mi letargo para poder percibirla,
pudiendo equiparar en su majestuoso arribo,
al venerado rayo de sol.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS...