Sobre aquello imperceptible que descubra, me movilice y emocione, dejare testimonios en este libro de a bordo; lo elaboré con la transparencia del cristal, para que pueda ser compartido, y procurar asi el nacimiento del ansiado dialogo....

viernes, mayo 26, 2006

DELIRANDO EN LAS ESPERAS

Nunca esperé tanto la espera, de mis ansias esperadas,
esperando hube de esperar lo deseado de un mañana,
mas espero que esperar no quede sólo en la espera,
espero ya la luz y el calor, de su presencia añorada.

De la nada me ha rescatado con señales no esperadas,
y ansiaba que presintiera cómo su mensaje llegaba,
yo a su vez esperé su exultancia venerada,
y aún en su triste ausencia, todo mi ser la esperaba.

Mas el que espera desespera, según la frase divulgada,
cómo no angustiarme entonces, si tanto, tanto esperaba,
su majestuosa presencia, revelándome algún día,
el anuncio de no más esperas, con su pasión sublimada.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .
Están escuchando "BECAUSE" por The Beatles

jueves, mayo 18, 2006

LA ULTIMA VOLUNTAD (EPILOGO)


Estimados amigos: me siento en la obligación por una cuestión de respeto, de responder a un deseo de muchas de las personas que habitualmente me acompañan a bordo.
De allí la razón de ser de este epílogo, que en verdad nunca pensé que iba a realizar.

Caminaba y caminaba nerviosamente, de aquí para allá, en su departamento.
Ansiaba relajarse, de estar tantas horas sentada frente a su vieja máquina de escribir, comiendo apenas y casi sin dormir, durante ese interminable fin de semana.
Sólo el magnetismo que irradiaba ese humilde anillo, que ahora acariciando uno de sus dedos vestía de fiesta su mundo interior, le otorgaba la fortaleza para cumplir con su obligación.
Luego de tantos años de mutismo, sus sentimientos, que no supo reflejar jamás a través de una actitud digna, habían quedado plasmados, sin lugar a dudas, en ese texto.
- La hora - se dijo , es que el local de la marmolería ya debería estar abierto; caminó como una autómata por el pasillo, no sin antes quedar casi paralizada cuando la puerta de calle se abrió, escasos metros antes que ella llegara, pero sus alucinaciones no se correspondían con la realidad, era simplemente la viejita que vivía en el fondo, quien muy amablemente la saludó.
Es que la imagen de Mario, ahora la acompañaba como nunca.

Llegó algo agitada, a las corridas , empujada por su ansiedad, pero luego de ingresar a ese local, se frenó bruscamente.
Angeles y santos, bronces y lápidas sin terminar, floreros para empotrar y retratos de quienes ya no están, generaban en ese ambiente un halo enrarecido, y fue por esa sensación que un escalofrío recorrió su cuerpo.
Ella, que era profesora de ciencias naturales, aferrada al sentido más elevado de la vida, debía verse rodeada por los objetos de pleitesía, para el reinado de quien ostenta un horrendo cetro.
Al límite ya de la angustia, vino a su encuentro el dueño de la marmolería.
Leyó el papel que Paulina le entregó, ya que el texto que contenía debía ser tallado en mármol.
Luego de la lectura, elevó la vista, observándola fijamente .
- ¿Pasa algo?- se animó a preguntar un tanto incómoda.
- No señora, discúlpeme, es que nunca había leído algo así para un epitafio, y será un honor tallarlo con mis propias manos.-
- Hágalo lo antes posible y por favor, le recomiendo mucha prolijidad – acotó Paulina – y ya en una semana , tendrá que colocarlo. –

Venía pagando estoicamente ahora, el precio de un pasado sin capacidad para conocer los sentimientos. La desidia con que ella misma se condenó, al verse sumida en una profunda tristeza luego de la lectura del testamento, se cobraba, sin miramientos, el costo de una vida sin matices, tal vez debido a su temprana orfandad.
¿Será verdad entonces aquello, de que no existe una segunda oportunidad, para salvar los errores cometidos en la primera?
Paulina tenía sus respuestas, y no escatimaba esfuerzos para procurar aliviar desde este ahora, aquél ayer que le tocó vivir a Mario.

Esa frase, “A vos Paulina, mi amor.......”, aún resonaba en sus oídos, la recordaba como si él se lo hubiese dicho cada vez que se cruzaban en el pasillo; pero sus sentimientos de indiferencia de toda una vida, fueron el real impedimento para que ocurriera.
La primera vez que la sorprendió la lluvia, luego de recuperar milagrosamente el llanto, sintió como una bofetada en su rostro por cada gota que no fuese la de sus ojos, ante tantos años que no pudo sentir compasión por nadie, por no poder llorar ante un dolor propio o ajeno, no haber sabido aceptar, que al lado de su propia casa, desde hacía ya tantos años, vivía quien podría haber sido su compañero de ruta.

Finalmente llegó el día, tan entrañable para ella, y aguardado por casi todos los habitantes de ese pueblo, luego de la noticia de lo que ocurrió en la escribanía.
Los hermanos, (y obviamente sus esposas) por un estúpido resentimiento, prefirieron no asistir.
Lentamente se iban dirigiendo todos en caravana por el caminito que los llevaba a la última morada de Mario, con la mirada perdida, observando circunspectos, el colchón de hojas crujientes del otoño.
Cuando se detuvieron frente a la tumba, el cura párroco parecía un cardenal, con la prestancia con que se predispuso para celebrar esa ceremonia.
Luego de un breve responso, dijo - Hermanos, por especial pedido de la Srta. Paulina Dieguez, vengo a bendecir esta placa, que hoy va a acompañar a quien fuera en vida Mario Scagliaro, conforme lo decidiera como su última voluntad.
En nombre del padre, del hijo......... (acompañando esas sagradas palabras, como un coro de ángeles, sólo se oía el deslizar de las hojas que libremente volaban al viento, y un suave sonido armónico, cuando se posaban sobre la alfombra otoñal)
Retiraron luego el velo que cubría el mármol blanco nacarado, con el epitafio tallado a mano.
El corazón de Paulina, ahora invadido por un amor que le llegó de un extraño viaje a través del tiempo y del espacio, desde otra dimensión, guiaba sus ojos, que nuevamente humedecían su rostro.
Se llenó de coraje, y como él lo soñó, con sus propios labios le susurró en voz muy baja, observando fijamente la foto de la sepultura que estaba frente a ella, lo que había dejado tallado en el alma de Mario para siempre:

TODO AQUEL QUE PASE FRENTE A ESTE LUGAR DE ETERNO DESCANSO, PODRA PERCIBIR EL AURA QUE SURGE DEL ALMA DE QUIEN FUERA EN VIDA UNA PERSONA MUY ESPECIAL. SU CAPACIDAD DE AMAR Y PERDONAR NO RECONOCIERON OTRO LIMITE QUE EL DE SU PROPIA MUERTE, QUIEN LO VENCIO SIN DARLE NINGUNA TREGUA. PERO EL ERA UN SER HUMANO MUY VALIOSO, Y POR ESO FUE DESTERRADO DEL TERRENO DONDE ELLA SUELE RECOGER A SUS VICTIMAS. MAS NO SE PODRA REGOCIJAR POR HABERSELO LLEVADO. ALGO SE LE ESCAPO ENTRE SUS GARRAS. Y ES QUE DE MARIO SCAGLIARO HA QUEDADO EN ESTE MUNDO EL MEJOR DE LOS RECUERDOS, DEBIDO A SU TERNURA, SU HOMBRIA DE BIEN, Y LA HUMILDAD DE PREFERIR SUMERGIRSE EN UN PERPETUO SUFRIMIENTO, ANTES DE HALLAR REMEDIO AVASALLANDO UN ANSIADO TEMPLO, QUE LE RESULTABA INACCESIBLE. NO DEJEN DE EFECTUAR UNA ORACION PARA QUE DESCANSE EN PAZ, PUES DESDE EL LUGAR DONDE NOS ESTA OBSERVANDO, SEGURAMENTE LO AGRADECERA CON SU SONRISA HABITUAL, QUE NO TODOS APRECIAMOS A SU DEBIDO TIEMPO.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS...

martes, mayo 09, 2006

LA ULTIMA VOLUNTAD


La Escribanía era modesta, como lo aparentaba su titular.
El solo, sin secretaria, logró acomodar como pudo a los allí presentes en ese momento, mientras algo nervioso controlaba los documentos dispersos sobre su escritorio.
De pronto, llamaron a la puerta, y al ingresar esa mujer, una brisa helada invadió el ambiente.
La recién llegada, recibió indiferente el apretón de manos del notario, luego observó vagamente a todos, sin responder ni efectuar ningún saludo.
El viejo Escribano Armelles, le ofreció el (único) sillón tapizado, que había disponible en un rincón , como si se lo hubiesen reservado.
Ostentaba una elegante disonancia sobre el resto de la concurrencia, con ese sobrio vestido, su impecable peinado, su figura toda.
Sus labios, lucían extrañamente más rojos y llamativos que nunca.
- Bueno señores, creo que ya estamos todos, voy a dar comienzo a este acto
Seguidamente, Armelles comenzó a dar lectura al testamento que escasos meses atrás se había formalizado en esa oficina.
Le llevó unos minutos, anunciar ante las ambicionadas miradas de dos hermanos del difunto y sus esposas, los pocos bienes que les habían dejado ya asignados.
Luego de la desilusión, la curiosidad los comenzó a carcomer, ¿para qué había citado a Paulina el Escribano?
Ella era sólo una vecina del difunto, se conocía con él desde la adolescencia, pero no los unía nada, absolutamente nada.
- Señorita Paulina Dieguez, debo llevar a su conocimiento, y para eso la he citado, que el testador, Sr.Mario Scagliaro, la ha designado a Ud. como legataria de un bien mueble, pero supeditada su validez, al cumplimiento de una condición, la cual deberá ser aceptada en este acto, para poder ser beneficiaria del legado.-
Paulina, sorprendida como pocas veces lo estuvo en su vida, frunció levemente el ceño, pero continuaba con su habitual expresión, imperturbable, como una estatua griega.
El Escribano, sacó un pequeño estuche de un armario, que oficiaba de caja fuerte del Estudio, y lo depositó sobre el escritorio.
- Les dije que eran amantes - susurró una de sus cuñadas a los otros.
- Previo a todo, pasaré a leer el párrafo correspondiente, y Ud. me disculpará, pero debo hacerlo ante todos los aquí presentes:

“– Para ti Paulina, que me has dado vuelta el rostro en cada reunión de amigos o vecinos; en cada cruce que tuvimos en el pasillo que une nuestros viejos departamentos; que has demostrado un obcecado desinterés a mis llamados telefónicos, que sólo perseguían lograr un encuentro, para expresarte lo que significabas en mi vida desde que te conocí, aunque ya lo supieras.
Para ti Paulina, que dejaste que la tristeza sea mi única compañía, como cuando rechazaste el obsequio que tan ilusionado te envié, aquél anillo de plata con dos rubíes,
al cumplir tus radiantes 50 años.
A vos Paulina, mi amor.......(el ambiente se enrareció de repente, el tiempo pareció haberse detenido, como si él estuviera aún allí, frente a ella)........ ya que no tengo nada de gran valor para dejarte, te nombro legataria de ese modesto anillo que aún te he guardado; pero para que ahora lo puedas conservar como un recuerdo de quien te quiso desde siempre, y la condición que te imploro que aceptes, como mi última voluntad, es que seas tú la autora del epitafio que se pueda leer sobre mi tumba.
De esta forma me aseguro, que lo que no has podido decirme nunca, lo estaré escuchando de tus propios labios, por toda la eternidad –“

Todos estaban como petrificados, menos el Escribano, que algo asombrado, tuvo que hacer firmar a Paulina la escritura, cuando temblorosa y lentamente, se levantó del elegante sillón, para casi abrazar ese pequeño estuche, luego de observar por unos segundos el contenido, y guardarlo presurosa en uno de sus bolsillos.
Así, tal cual llegó, como una ausente, también así se retiró, aunque ya no era la misma.
Y al salir de allí, aún temblando, con un nudo en la garganta de una emoción que la embargaba como nunca, sintió en su mundo interior, una extraña sensación, Mario recién ahora, tan tarde ya, había logrado trasvasar su alma, como si la hubiese desflorado, pero de otra manera.
Y ocurrió en forma increíble mientras se acercaba a la salida del edificio, que las atrofiadas glándulas lagrimales de Paulina, se abrieron por primera vez en su vida, y su rostro, sorpresivamente, conociera otra humedad, cálida, que surgía desde lo más profundo de sí.
Nunca había escuchado que alguien le dijese :......Paulina, mi amor.
Ya no era rocío sobre su rostro lo que sintió, como estaba habituada, cuando la lluvia salía a su encuentro en el desolado pasillo donde solía cruzarse con Mario, antes de llegar a su refugio, donde la escogida soledad y su timidez, eran moradoras habituales junto a ella, en ese viejo departamento.
FERNANDO,EL NAVEGANTE DE MARES,RIOS Y SUEÑOS


miércoles, mayo 03, 2006

LA RECTA FINAL


Camino, siempre en el límite
entre lo imposible y lo sereno,
de la calma que da la bendita
y añorada estabilidad.

Supe afrontar mil tormentas
y vencer airoso a sus embates,
pero mis sueños de quimeras
me impidieron llegar más allá.

Los soberbios se confunden
al criticar mi existencia,
mucho amor me dio la vida
sin herencias a cobrar.

Por eso sólo tengo en las manos
lo poco que yo he conquistado,
aguardando siempre expectante
la próxima oportunidad.

Nadie se dignó en indicarme
cuál es el mejor camino,
y tengo a mi ambiguo destino
como testigo imparcial.

Si a algún punto he de llegar
dejando atrás ese límite,
será por que he descubierto
las reglas del juego, al final.

La senda ahora se acorta,
no hay páramos en sus orillas,
y es que en esta última recta
me disputo a mí mismo la verdad.

FERNANDO, EL NAVEGANTE DE MARES, RIOS Y SUEÑOS. . .