SUEÑO INTERRUPTUS
El octavo, figura al pie, con mi firma.
Y me dije, basta ya de tantas remembranzas; amadas que se marcharon: amaneceres que se nublan y luego llueve y todo eso.
Dale , jugate con algo personal, como hacen otros.
Y justo cuando lo estaba pensando, como si la Forza del Destino al decir de Verdi, me hubiera estado acompañando, ayer, luego de concluir mi sesión de terapia, se produjo un fenómeno en plena calle, que me dejó perplejo.
Yo estaba recordando lo conversado hacía instantes, pero muerto de frío, mientras aguardaba la llegada del bus (para nosotros el colectivo).
Enfrente de la parada, está la hermosa Plaza Devoto, que muchos de los porteños seguramente la conocen.
Me deleitaba, observando la añosa arboleda, cuando de pronto observo de reojo su aparición, deslumbrante.
Era increíblemente hermosa, una presencia más que imponente.
Lentamente, con una cadencia divina y especial, comenzó a caminar frente a mí, orientando muy sutilmente la mirada para observarme, ubicándose además justo al lado, casi a un metro.
Lo primero que atiné a hacer, fue observar a mi alrededor, pues tan sólo el hecho de estar tan embobado mirándola, me dio algo de vergüenza.
Había dos mujeres muy cerca, serias, observando inmutables, recelosas seguramente al presentir mis intenciones.
Era la primera vez, que alguien tan divina se me acerca de esa forma grácil, insinuante; no sabía cómo reaccionar, temí que cualquier actitud inadecuada, podría romper ese clima tan especial que allí se había creado.
Debo confesar que una gran cantidad de imágenes y pensamientos y sueños incumplidos, desfilaron en fracción de segundos por mi mente.
¿ Qué hago ahora, me decía ?
La indiferencia en esos casos, no es la mejor compañera de ruta,no podía ni pensar cuándo se me iba a volver a presentar otra oportunidad.
Decidí entonces independizarme de esa gentusa, incluso recuerdo que algunos automovilistas me miraban burlonamente, otros extasiados.
Tan cerca la tenía, tanto nos observábamos, tan hermosa era.
Apelé entonces a una de mis viejas estrategias ya perdidas por allí, en mis tiempos de conquistador, y me atreví a estirar un poco los labios, como quien va a dar un beso, pero tan solo generando un sonido muy tenue, como el papel de celofán cuando se roza con los dedos, casi imperceptible.
Confieso que me sentí algo ridículo ante el entorno.
Al escucharme, se me acercó más, y me costaba creer lo que me estaba pasando.
No podía perder mucho tiempo, el bus llegaría en cualquier instante, y tal vez la ocasión se esfumaría.
Pensé en mi familia; qué explicación podría dar, si alguien me estuviese observando y les relatase lo que veía.
Qué papelón, me recriminaba, pero no obstante me acerqué y ella se corrió lentamente hacia atrás.
Pero no dejábamos de mirarnos a los ojos, era una pequeña ceremonia sagrada.
Algo me decía empero, que había algún interés oculto, que no era tan sólo atracción, pero no me importaba.
Inmediatamente metí la mano en un bolsillo de mi pantalón, para que sepa que algo de su interés podría aparecer.
Al ver ese ademán, se paró prácticamente pegada a mi, pero no la prejuzgué,¿por qué tenía que hacerlo?
Las mujeres con disimuladas sonrisas irónicas no nos sacaban la vista de encima.
Cuando entonces me di cuenta, con mucha desazón, incluso buscando en otros bolsillos, que no encontraba nada para poder ofrecerle que le pudiera interesar.
Me percaté que estaría muy habituada a esas ceremonias, no soy ningún tonto en ese sentido.
Y por esa circunstancia de no tener con qué atraerla, tuve que resignarme a verla cómo iba retrocediendo, casi flotando en una danza macabra.
Observó también fijamente a esas dos mujeres.
Mientras se alejaba me miró una vez más, como si me diera una última oportunidad, piadosa, divina, y luego desapareció junto a otra compañera que la estaba acompañando a distancia, tan hermosa como ella.
Llegó el colectivo, ascendí yo primero sin darles la oportunidad a esa dos brujas, y quedé muy triste pensado en esa hermosa paloma, que por primera vez en mi vida sentí cómo se me acercó tan graciosamente, acostumbrada, por vivir en esa plaza tan concurrida por los chicos, a que le den de comer de la mano, como quise hacerlo y no tuve con qué.
Ahora cada vez que vaya a terapia, llevaré una bolsita con migas de pan, tal vez pueda darme el gusto que tanto soñé, y que estuvo tan cerca de producirse hace dos días, esa fría mañana, frente a la Plaza Devoto.
FERNANDO , EL NAVEGANTE DE MARES RIOS Y SUEÑOS.....
Están escuchando “Cavalgada” por Roberto Carlos, o Rey.